11 Jun
11Jun

Lucero y yo

Por: Linette D. Anadón Vázquez

Ya sé, los tengo aborrecíos y medio con lo mismo del cierre de mi escuela que fue hace un año.  Pero, no había dicho qué hicieron con la escuela.  Resulta que la cierran, se empaca todo y se envía a la escuela receptora. (Recuerdan a los presos).  Y se me comunica que la escuela fue seleccionada como centro de acopio o almacén del distrito y se iba a contar con seguridad 24/7. Se vacía para llenarla.  Aunque parezca raro, dentro de mi pena, me sentí tranquila porque al menos no vería destruída ni vandalizada la escuela. Iba cuando era necesario para los que necesitaban buscar de lo que estaba almacenado y hablaba con los guardias.  

Como en la escuela en la que estoy, el otro director no me permitió las alianzas ni proyectos comunitarias, pedí permiso para usar el Salón de Actos y lo que fue mi oficina y me dijeron que sí...¡Emocionada porque estaría de nuevo en "acción"!  Pero exactamente, luego de ese fin de semana de anunciar el uso de la escuela y de retornar a los proyectos, llegó María y todo se fastidió.  

Lo que no hicieron los vándalos, tecatos o pillos lo hizo María, el huracán. Es desgarrador ver la escuela en las condiciones en las que está.  No hubo forma de empezar tampoco los proyectos.  Irónicamente la escuela después del huracán tuvo luz y agua, mientras la escuela receptora en la que estoy estuvo 7 meses sin servicio de energía eléctrica; pero... Y para completar mi frustración,  suspendieron la seguridad, o sea, que ya no había apoyo del DE. Frustrante...

Hace unos días, me llama una dama que se identificó como empleada de Transportación y  Obras Públicas de Caguas y que se comunicó con mi jefa para inspeccionar la escuela.  Me pregunta si quedan cosas, le digo que sí porque es almacén y centro de acopio del Distrito Escolar de Santa Isabel.  Muy gentilmente me dice que hay que "vaciar" la escuela e identificar lo que es para decomiso y lo que no es para decomiso para que el DE lo ubique en otro lugar, ya que hay que entregar la escuela, perdón, la estructura y facilidades al municipio...¿¿?? Significa eso que ¡¡se acabó todo!! Este jueves es la cita fatídica.  Sí, porque ya es el final-final y sabrá Dios qué uso le darán a lo que fue mi amada Escuela Salvador Busquets.  Pero, por otro lado, qué bueno que a las facilidades se le va a dar uso y no veremos un edificio en ruinas ni vandalizado y dando servicio a la comunidad.  ¡Muy bien por el Municipio de Juana Díaz!

Voy hoy a verificar las llaves y ¡¡no hay paso y para más "emoción" tampoco las llaves quieren abrir candados ya mohosos!!  Será un día difícil...Más vale que traigan tijeras de romper candados y candados para reponer porque esta directora no va a gastar más dinero en la agencia "más transparente" que existe. 

Entonces llegó Lucero.  Digo, no sé si se llama así.  ¿Quién es Lucero?  La protagonista de mi cuento.  Un vecino "HP" tuvo el carripelamiento de por sus "cojines y cajones" cambiar el candado del estacionamiento y usar la escuela como ¡¡establo!!  Al no haber seguridad, rompe el candado y lo cambia por otro.  Mi esposo se pone furioso (con el vecino) y espanta a la yegua para poder pasar. Le digo que ese animal no tiene culpa.  Y si yo fuera otra,  le abría uno de tantos portones para dejar salir a la yegua a quien  llamé "Lucero". (Me perdonan si alguien se llama así.   Pero me acordé del cuento: "Platero y yo" y se me ocurrió ese nombre.  Además, "Julie"  no era un nombre adecuado.  La yegua no me ha hecho nada para ofenderla.)  Pero no quiero ser culpable de que alguien la maltrate y dejarla salir a la calle podía provocarle un golpe de un vehículo. 

Es una yegua tranquila.  Y estoy sentada en una mesa clasificando llaves y llega y me empuja. Sí, entró a la oficina a buscarme.  Mi esposo vuelve a gritar: ¡Salte...vete!  Y se va cabizbaja. 

Me fui a retratar la escuela para que la dama que viene el jueves a inspeccionar las facilidades vea que debe traer machete o sierra eléctrica y la vi como esperando.  Me siguió a todos lados y creo que la voy a reclamar como dependiente en la planilla. ¡Ajá...sí, claro!

Regreso a la oficina y se me va detrás.  Mi esposo...pues la espanta de nuevo.  Me da algo de sentimiento y le paso la mano como para consolarla y le hablo como le hablo a mi perrita Luna.  Saco de nuevo mi celular y le digo: "¡Lucero, un selfie!"  Ujum...sobre todo me va a "entender" y obedecer un animal para posar cara a cara conmigo para hacernos un selfie.  ¿Y saben qué?  ¡¡Pues que así fue!! ¡Lucero y yo tenemos un selfie! ¡La yegua me hizo caso; posó conmigo y hasta sonrió!  No todo está perdido.  Si una yegua fue capaz de entenderme, se supone que un político o una Secretaria de Educación tenga la misma capacidad que Lucero. ¡Qué ocurrencia y disparate el mío de comparar la capacidad de un animal con un político o con una funcionaria que dirige una agencia!  ¡Qué ofensa! Mala mía. Me perdonas, Lucero por la comparación que te pudo ofender.  ¡Tú sí me entiendes, Lucero!  ¡Tú sí!

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