Crónica de casi una muerte por usar un gistro (Los peligros ocultos del uso del gistro)
¡Saludos, mi gente hermosa! Sé que hay mucho malestar, estrés y ansiedad! ¿No "sé" por qué? Quiero que se les vaya un poco esa tensión laboral y crearles "otra" con mi historia de terror que sufrí hace años cuando era maestra. Soy una sobreviviente y quiero que mi historia sea "conocida" para que nadie pase por lo que yo pasé. Esta es mi historia...(Perdonen la crudeza, pero es una historia verídica)
Crónica de casi una muerte por usar un gistro (Los peligros ocultos del uso del gistro)
El día que por mi curiosidad y, en parte, por la iniciativa y recomendación de una estudiante usé un gistro, por poco quedo parapléjica. Sin exagerar, ese día mi vida estuvo a punto de finalizar. La estudiante me juraba que eso era lo más cómodo que habían inventado. (Empiezo a sospechar que esa estudiante me odiaba.) En aquel tiempo, pesaba más de lo que peso hoy día (más de 430 libras) y fui a estas tiendas de talla “Plus” y vi aquel pedazo de tela amarillo tan diminutivo que leía en su etiqueta: XXL que busqué en el mismo sitio donde estaba enganchada para ver si la saqué muy rápido y se había quedado encajada parte de la “restante” tela que a mi entender faltaba. Pero no; eso era así. Eso era un gistro. Ok…me dirijo a la caja registradora, la muchacha me mira…mira el pedazo de tela…abre sus ojos y se hizo la señal de la cruz. Me entrega la bolsa con “eso” y me dice: “¡Mucha suerte. Que todo salga bien!”. Me levanto temprano con el nuevo reto: usar mi nuevo (y único) gistro. De momento pensé que podía usarlo de mascarilla para ponérmelo en la cara cuando limpio el baño con la mezcla de detergentes que hago, porque visualicé que eso sería como “meter a Ponce en Juana Díaz”. Pero, logré ponérmelo…y aquí fue. Mi vida, y otra parte de mi cuerpo (específicamente “esa” parte de mi cuerpo), quedaron trastocadas a partir de ese momento. Ese día perdí mi coxis. Todo el día con eso...¡¡¡desde el amanecer!!! Estaba incómoda con ese pedacito de tela, pero iba pasando más o menos la mañana sin ningún incidente violento hacía mí o mis guaretas. Pero, me doblé a recoger un bolígrafo en mi salón y sentí que perdí el aliento y que algo se me había fracturado (ese fue el coxis). Era como si me hubieran estrangulado, pero no por la tráquea, sino…pues, por el infinito y más allá. Vi luz al final del camino y me dije: "¡Ahí te voy San Pedro!" Ese día pensaron mis compañeros que estaba seria porque no sonreía, no hablaba y ni un chiste decía. ¿Cómo pensar en un chiste cuando sentía los latidos del corazón, no en mi muñeca ni en el pecho, sino en el...en el...más allá? Tenía miedo de toser o estornudar porque eso hacía que el gistro destruyera lo poco que le quedaba de existencia a mi coxis. No veía la hora de que dieran las 3:00 pm para salir antes de que se escapara de mi cuerpo el último aliento de vida. Bueno, no veía la hora literalmente porque aquella cosa tan chiquita ya estaba penetrando mis entrañas y yo estaba a punto de infartar y todo lo veía borroso. ¡¡Desde las 5:00 am con ese "hilo dental hasta las 4:00 pm!! Al fin pude llegar hasta mi carro y guiarlo de Juana Díaz a Santa Isabel. Como el carro era estándar creo que le dañé la transmisión al vehículo porque tirar cambio con aquello que ya no estaba donde se supone que estuviera en un principio, era definitivamente un suicidio. Salí en primera y llegué casi en neutro a mi casa. Logré bajarme del carro y llegar con pequeños pasos y movimientos leves hasta el baño. Casi tuve que usar una cuña de esas que usa la Fuerza de Choque…una "pata de cabra" (como le dicen por ahí) para lograr sacar de mi cuerpo aquella tela diabólica. Al lograr quitármelo, salió disparado como un tapón de corcho en una botella de champán. Jamás he vuelto a usar una cosa como esa y nunca la usaré. ¡¡JAMÁS!! No quiero morir a causa de eso y cuando me hagan la autopsia declaren que "murió por culpa de un gistro".
Por: Linette D. Anadón Vázquez